_Affection, afección (Amor inútil, 4 de X)

Me gustaría ver sinceridad detrás de cada muestra de cariño, me gustaría creer en la capacidad autosuficiente del sistema de retroalimentarse amor, cariño… para perdurar así a lo largo del tiempo. Pero sólo puedo imaginarme los gritos de las personas que ahora se abrazan en el momento antes de que todo se acabe.

En un ejercicio de relaciones sociales, es muy sencillo apreciar como me quedo siempre con muchos menos lazos que el resto en el mismo grupo de estudio, lo cual se puede pensar que es un poco absurdo teniendo en cuenta que en ese grupo se conocen todos. Pero así es.

Aunque sabe el lector las veces que he estado ahí y estaré, no me gusta el ridículo, no me gusta que se juegue conmigo desde la comodidad de ese afecto al que le veo pegas por todas partes. Es un desencanto difícil de explicar, bañado de misoginia, pero no puedo evitarlo últimamente. También es un absurdo: por un lado pienso que estaría dispuesto a dar mucho más que la mayoría. No sé si es verdad, pero creo que algo, sí. Por otro me canso incluso antes de empezar.

Se supone que no debo ser tan radical y respetar las reglas de un juego social al que ni siquiera considero estar jugando o quizá en realidad lo único que haga es jugar cartas diferentes en ese mismo juego, pero lo cierto en cualquier caso, como digo, es que me canso enseguida. Quizá de forma injusta, detecto tendencias que no me hacen ni puta gracia. Las detecto, las desarrollo a lo largo del tiempo y las contrasto con mi experiencia, y muchas de ellas no me hacen ni puta gracia. Otras quizá pueda sepultarlas en la pasión inicial de otra relación. Cada vez ocurre algo diferente. De todas formas, entiendo que no es normal en todo caso mi comportamiento y que ha derivado en problemas en más de una ocasión.

Quizá es que no me guste la forma de pensar de la mayoría de las mujeres. No lo sé a ciencia cierta aún, porque en realidad, lo que sí es cierto, es que cada vez me gustan más las mujeres, si es que puedo dotar de grados a los flujos incontrolados de hormonas que segregan mis glándulas en momentos concretos.

Me veo por lo tanto en una encrucijada bastante ridícula, como se puede apreciar. No sé si soy misógino, alguien que funciona mejor sólo, un machista o directamente un fascista de pro. Quizá nada de lo anterior.

En cualquier caso, tengo (y quizá sea un nuevo error) gran parte de la poca fe que me queda en el hecho de mudarme a otro país por un tiempo más o menos largo. No en el sentido de encontrar a mi media naranja, pero sí en el de conocer perspectivas totalmente diferentes. Sé que voy a intentar buscar una conexión, sobre todo al principio, con lo que dejo atrás, pero también se que va a ser completamente diferente, porque los ciclos van a ser mucho más largos que en Bilbao en todo caso.

Y la verdad, me aferro a Londres por eso y por otros motivos como si de la última vía de escape se tratara.

_Leitmotiv’d

Las imágenes que construyo sobre un futuro deseable por mí y para mí, todas incluyen suelos de madera, gente descalza y música… no alta, pero sí que lo cubre todo. Cada habitación.

Si la siguiente canción a la que provoca la imagen es demasiado dura, o demasiado rápida, o no acaba de gustarme, se borra la imagen. Se jode todo. Ella se va, o yo bebo demasiado y pierdo un empleo. Quizá se lleve a nuestros hijos, quizá me encuentren 10 días después en un charco de líquidos apestosos.

Me pregunto cómo de importante es mantener esa imagen. ¿Es esto lo que la gente hace? ¿Anda por la vida, trabaja, folla, bebe, juega con sus hijos… con una imagen en la cabeza? ¿Una imagen que no es la que está viviendo? Porque claro, si no para qué va a estar pensando en otra cosa.

Cómo puedo basar mi vida en algo efímero y pretender que todo dure como el primer día sin prestarle atención siquiera. Mierda ya.

_Next next next next

Es curioso cómo podemos vivir nuestra vida como si un asistente de instalación se tratara. Siguiente, siguiente, siguiente. Firme aquí. Marque esta casilla. Acepte las condiciones. Puede morir durante la operación, nosotros no nos hacemos responsables. Jódase después, usted y toda su familia.

Es curioso, como digo, poder vivir episodios que ni siquiera vivimos propiamente dicho. Más, más. Toma, posmoderno de los cojones. Y aún así, aunque queramos hacer de todo un mero paso, un diálogo con una máquina que es nuestra banal existencia, hay cosas que no podemos ignorar o dejar atrás sin quedar como verdaderos cerdos. Yo puedo tratar como la mierda mi persona, pero si hago lo mismo con el resto, entonces soy un hijo de puta. Y tengo que tener la cabeza fría y las manos bien quietas y aguantar las hostias mientras todo pasa, pero, ¿Sabes cuál es el problema hijo? Que nunca pasa. Nunca pasa o al menos no está en tus manos decir si pasa o no. Has caído mal en tu último salto, y mientras el resto de gente sigue son sus diálogos, el tuyo se ha quedado colgado, riéndose.

Y no puedes hacer absolutamente nada más que dejar que el tiempo pase, mientras compruebas que precisamente eso, el tiempo, tu único aliado, el analgésico más puro, ha dejado de funcionar como hasta ahora. Hasta él te traiciona.

Mira cómo pasa el tiempo con sus dientes. Dientes.

Qué duro es ser elegante. ¿Eh?

_Tedio

Repasar el lector de feeds es como ver un conjunto forzado de gente con la que tengo una relación (de amistad o de simple lectura mutua) dispuestos en forma de red o diagrama social. Muchos de ellos no tienen nada en común y nunca se conocerán (ni siquiera en lo que a la lectura se refiere) pero en esa lista de nombres en negrita con números entre paréntesis, todo forzosamente tiene relación, como digo.

En ella la gente recupera memorias y las plasma. Otros suben reiteradas imágenes de mujeres desnudas, de discos de música, de textos buenos o muy buenos y muchas veces malos, aunque tampoco tantas ahora que lo pienso un poco mejor café en mano. La mayoría, no escriben. No hay señales que indiquen que siguen con vida. Ninguno de ellos.

De estos, muchos han sido engañados ya por la vida misma. De los que todavía no hemos caído del todo en la trampa, algunos simplemente estamos tan perdidos como hace 6 o 7 años, momento en el que no era necesario esperar un email que cambie tu vida (sigh) o tomar decisiones demasiado importantes. Quizá qué beber ese fin de semana. Mh, sí. Esa decisión era importante de cojones.

Quiero desaparecer en los brazos ajenos de lo desconocido tanto como quiero hacerme una bola en mi coche y no volver a hablar con nadie nunca más. Tanto como que me hastía el proceso de envejecimiento y el del protocolo social.

Veo como el sueño se desmorona.

_Void

Siento La Nada avanzar y no puedo sino quedarme mirando. Ni puedo ni quiero evitar que me alcance, que me devore. Estoy desapareciendo lentamente de mi propio entorno, el que me ha creado y moldeado hasta lo que soy.

Ser egoísta es un apósito analgésico no sólo para mí. Para todos.

Para cuando ya no exista y la gente ni siquiera se acuerde al ver una foto mía en una red social.

_Imagen

Es de día pero el sol no pega en las puertas abiertas del pequeño balcón que se abre a la inmensidad de la ciudad. Tras una noche de desenfreno ridículo no estamos tan jodidos como deberíamos.

Sí estamos semi desnudos y suena con una calidad acojonante y por toda la casa The Space in Between, de How to Destroy Angels. Te levantas en ropa interior de la cama y descalza, y andas por el pasillo hasta la cocina. La cámara sigue tus pies desnudos mientras hacen “plic plic plic” por el parquet.

Yo me quedo mirando al cielo por el pequeño ángulo que me brinda mi posición, con un brazo colgando fuera de la cama y la cabeza al borde de la misma. Es muy leve el movimiento que tengo que hacer para fumar, y la brisa limpia enseguida el humo de cada calada. Oigo a lo lejos ruidos de vasos.

La brisa. Tus pasos. La ciudad.