_Hidrocodona y la playa

En el suelo hay un dibujo de una playa. Y un bote vacío de Vicodina. 

Y ahora, incomprensión en la cara de Inés. Ah, y pánico. 

Y otra vez incomprensión. 

– ¿Por qué estás a su lado y no haces nada? Después de que te haya hecho un dibujo y todo… Eres un hombre malo. 

Él la mira, y no dice nada. Saca su teléfono y llama a una ambulancia, mientras recoge el dibujo del suelo y lo posa delicadamente sobre la mesa. 

Cuando se gira, Inés no está allí ya, pero tampoco parece importarle demasiado. Total, ¿Qué va a poder hacer ahora para calmarla? Probablemente… nada.

_Tan sólo un mal sueño

Hace frío, pero no es más que otro de esos sentimientos que se olvidan en cuanto se tiene algo por lo que sonreír. Una simple sonrisa a veces es como un borrador de la verdad, en cuanto la tienes, que le jodan a todo, y que viva tu círculo de forzada felicidad. 

A veces es justo al reves. 

A veces al contrario, o sea, como ahora. 

Desde la punta de la calle, contemplo la abarrotada plaza. Puedo notar el frío en mi nariz. Puedo notar que ya no noto los dedos, y que me duelen un poco los ojos. Los noto hinchados, puede que haya estado llorando. No lo sé. No puedo notar nada a mi espalda, tampoco pienso girarme. 

Doy el primer paso, y no consigo imprimir mayor velocidad a mis movimientos que la cámara lenta, cuestión que parece propagarse como un viento gélido por todo el lugar, ralentizando la preciosa estampa navideña. 

Mi gabardina gris oscura queda suspendida a unos centímetros detrás de mí, debido a la peculiaridad de la forma en la que tengo que moverme. Porque realmente, no parece que vaya poder hacer esto a mayor velocidad. Sería como desaprovechar la oportunidad, que se me antoja como muy esperada, aunque no puedo saberlo con exactitud. 

Me arrojo a la marea de humeantes seres humanos que se dibuja y desdibuja a cada centímetro que me muevo, en complejas oleadas algorítmicas basadas en la simple reutilización de espacio vital.

Un padre mira a sus hijos, mientras los empuja con cariño desde la nuca para que no se rezaguen. Un pobre hombre toca el acordeón en una esquina. Una novia observa horrorizada como al amor de su vida le rotan los ojos quedando completamente en blanco, y cae al suelo de rodillas mientras le sangran los oídos. 

Comienzan los gritos, y el caos. Nadie sabe qué hacer exactamente. La primera reacción es el miedo. La segunda el rechazo. La tercera la angustia. La cuarta el llanto. La quinta nunca llega porque tus globos oculares se voltean. 

O bueno, llega, pero en forma de insufrible dolor en las sienes. Qué es lo que lo causa no está muy claro. Qué es lo que se siente, se desconoce, pero se asume que es bastante desagradable. 

Básicamente porque mueres, al final. 

En este escenario dantesco avanzo como levitando, mientras mis ropas ondean y mis cabellos se agitan, y se me escapa una lágrima porque no entiendo gran cosa, y no puedo dejar de andar hasta el otro lado, mientras todo el mundo grita y hunde sus sonrisas en la más absoluta inexistencia. 

El ruido de los cuerpos se sucede a medida que los gritos de horror y pánico se extinguen. Seguidos de más rodillas chasqueando al caer contra la piedra. 

Todo está borroso ahora, y en silencio. 

-Vaya sueño. 

-Ya lo creo. Parecía tan… real…

-Bueno… lo que tiene que pensar ahora, es que eso no es lo más importante, ¿De acuerdo?

-Sí, sí, por supuesto…

-Buena chica. Tan sólo ha sido un mal sueño. 

-Tan sólo un mal sueño… Por supuesto.

_El recreo

¡Hola!

Ahora que has vuelto podemos jugar un rato. No me gustan los otros niños. 

Últimamente se están metiendo conmigo, y yo creo que no hago nada para que los demás niños me hagan burla. Muchas veces ni siquiera bajo al recreo. 

Papi y mami a veces se ven. No muchas veces. Me dejan irme con quien quiera de los dos. Así que yo siempre elijo a mamá si me lleva papá, y al revés. Aunque creo que mi padre es un señor muy ocupado e importante, porque nunca me puedo quedar mucho tiempo con él. 

Desde hace poco no me gusta mucho cuando mi papá y mi mamá se ven. Se gritan y se dicen cosas que no entiendo, porque son palabras que nunca he leído ni nada. Aunque se enfadan, así que supongo que serán cosas malas. 

Poco a poco se me han quitado las ganas de estar los tres, porque siempre pasa igual. Cuando creo que va a pasar, me pongo muy triste. Cuando me pongo muy triste nadie me habla. Tampoco me hacen burla. Yo creo que los demás niños me ven tan triste que les doy pena y me dejan en paz. No lo sé. Me miran raro, como extrañados, y se van.

La última vez que mi papá me llevó a un bar donde había quedado con mamá, mi mamá le dijo unas cosas a papá, que aunque no parecían cosas feas, hicieron que mi papá se pusiera muy triste. Yo no entendía nada, me quedé como una tonta mirando y aunque no me gustan las cosas que hablan los mayores, puse atención para escuchar. 

Ya nadie más dijo nada. A papá se le arrugó el morro y empezó a llorar, como cuando yo me caigo al suelo a veces por correr mirando la forma de las nubes. Mi mamá empezó a recoger sus cosas de la mesa, y yo pensé, aunque me toca ir con mamá porque he estado con papá, me voy a quedar con papá porque está triste. Así podremos jugar, aunque no me apetece mucho, y mi papá estará contento. 

Yo seguía pensando mis cosas, cuando mi mamá acabó de recoger todo, y me cogió de la mano. Yo le dije ‘papá está triste así que voy a ir a jugar con él’. Ella me dijo ‘no, cariño, vamos. Es tarde y mañana hay que ir al cole a jugar, ¿vale? Vamos.’

‘Pero yo quiero ir con papá para que deje de estar triste y esté contento.’

‘Inés, hija, no puedes irte con tu padre. Vamos tesoro.’

A mi se me empezó a arrugar el morro también, y empecé a apretar los dientes por la rabia. Me dolía la boca de apretar. Yo quería irme con mi papá. No podíamos dejar a papá allí llorando e irnos como si nada, no entendía a mi mamá. Sabía que dentro de poco iba a llorar. Me daba mucha rabia. Notaba como la cara se me estaba poniendo roja por apretar los dientes, y por tirar hacia atrás de la mano de mamá, porque mamá estaba intentando arrastrarme, no me quería dejar quedarme con papá, y no lo entendía. Sentía que yo también me estaba poniendo muy triste, y muy enfadada. Miré a mama y hasta grité un poco, pero no muy alto, porque no pude gritar muy alto, no entiendo muy bien porqué. Como no entendía porqué mamá quería sacarme de allí. Pobre papá.

Al de poco estaba tan triste, enfadada, y llorando, que ya no podía ver a mamá porque las lágrimas no me dejaban, me hacían ver las cosas borrosas. No entender las cosas me hace sentir muy mal, y siento algo en el estómago, no sé porqué, porque las personas piensan con la cabeza, y no con la tripita. 

Detrás de donde estaba papá se oyó un ruido, como cuando dejas caer tu albornoz de baño al suelo pero más alto. Mi papá se giró y mi mamá me soltó. Yo no veía bien porque las mesas eran muy altas y me tapaban, pero había un señor en el suelo, y estaba como temblando y tenía vómito que era del color de la papilla que me daban cuando era un bebé.

Dejé de apretar los dientes, porque nunca había visto a un señor ponerse malito así y me asusté un poco. Mi mamá es médico, así que se acercó al señor para curarlo, y dijo algo de una ambulancia.

Al de un rato llegaron unos chicos muy mayores, pero no tan mayores como papá, y se llevaron al señor en una camilla. Parecía que estaba dormido, y le pregunté a mi mamá a ver si se iba a morir. Mi mamá me dijo que no, que solo había sido un susto, aunque eso no sé porqué lo dijo. Yo sí que estaba un poco asustada. 

Al final me tuve que ir con mamá, así que le di un beso muy grande a papá y nos fuimos. 

Me gusta contarte historias, no sé porqué. Es la hora del recreo. Aunque tú eres ya muy mayor para el recreo, así que no creo que te apetezca venir. 

¡Otro día te hago un dibujo de una playa!

_Señorita Inés Cedofeita? Presente.

Me llamo Inés. Mi apellido no me gusta, los demás niños se ríen de él. Pero mi papá dice que es un gran apellido, y que hay un pueblo que se llama así y todo. Que algún día me llevará a ese pueblo, pero que un señor solo le deja llevarme a sitios 2 veces al mes, así que tendré que ser paciente si quiero descubrir más sobre mi apellido.

Mi apellido es Cedofeita. Es gallego, o portugués. Me lo dicen siempre pero no presto mucha atención a las cosas que dicen los mayores, porque suelen ser para hacer daño a otros mayores, y no me gusta eso. Es feo.

Mi mamá, no me dice nada sobre mi apellido. Ni sobre el primero ni sobre el segundo. Voy al cole, pero me aburre bastante. Los demás niños están muy contentos siempre, yo no es que esté triste o llorando, pero tampoco estoy contenta. Lo sé porque no tengo ganas de ir a jugar y de hacer el tonto y reír. No me apetece. A veces juego y lo paso muy bien, pero pocas veces.

Y… tengo 7 añossss… y… mi color favorito es el azul oscuro. Como el del mar, aunque no lo he visto muchas veces, me gusta. Es bonito. Me gusta el mar y bañarme en la playa y hacer castillos de arena.

Me gusta hacer dibujos del mar y de la playa. Y mirar a la gente a los ojos. Y hacer preguntas. Aunque a veces, los mayores se ponen nerviosos.

Ahora me apetece jugar, ¿vendrás mañana?