_No me pilla desprevenido

Juzgar es muy fácil y rápido, es prácticamente inevitable. Todos lo hacemos. No lo veo como algo necesariamente negativo, aunque si es verdad que es más sensato guardarse los juicios rápidos para uno mismo y no compartirlos a las primeras de cambio.

Hay personas con las que se pueden discutir estos temas, y la continuidad del juicio, forma una opinión. A más factores, a más tiempo de observación, más veraz – hipotéticamente – podemos decir que es esa opinión. Hasta llegar a la certeza.

Hoy en día, por una cosa o por otra, por cómo se han desarrollado mis facetas laboral y personal etcétera, poco me sorprende. En momentos de crisis, no hay nada como poder decir “ah, ya” y ver corroboradas las sospechas que han estado presentes en la vida de uno durante años. Desde que era un crío.

Es una sensación de victoria total. “Lo sabía”.

El problema es que no sirve de nada el “saberlo”, no sirve de nada, aparte de otorgar cierto grado de satisfacción personal. La crisis va a seguir ahí, y vas a tener que convencer a un idiota de que está equivocado, y, amigos, no hay nada más tedioso en este mundo que discutir con un idiota. Da igual el tono empleado, los argumentos blandidos: todo es inútil.

Y en esas vamos a vernos involucrados más pronto que tarde, por desgracia.