Bendita paciencia que tienes, y maldita apariencia. Esto lo piensas, y me lo haces saber con un semi abrazo con frotis de espalda.
Se agradece un abrazo después de tanto tiempo. Un abrazo de verdad, digamos.
Aunque no nos conocemos, tú ya me has visto, y yo un poco, a medias. Pero para qué engañarnos, no demasiado. Quizá también me hayas visto mal. Todo puede ser. Pero lo básico, me consta que lo has vislumbrado de algún modo.
Yo sé, que tú piensas que yo pienso ciertas cosas. Sabiendo yo que tu sabes esto, me escama que no pienses nada más sobre lo que pienso. O igual sí, pero no lo exteriorizas. Lo cual al fin y al cabo, está bien, porque yo tampoco digo lo que pienso por que sí y a todas horas. Ni pienso lo que digo otras veces.
Me he sentido respetado. Justo en ese momento, aunque tengo la sensación de que te ha quedado una espina clavada.
Yo pensaba que a mí también, pero luego se me ha pasado la borrachera y me he acordado de todo. Así que nada.
Quizá otro día. O no.
…
Seguramente sí. Pero será lo mismo que hoy.
Y cómo te gusta.