_my two hundred

Ahh…

(respiración, respiración, respiración, quéfríotengo…)

Porqué hacemos lo que hacemos. Cual, es en esencia, el objetivo primero y último de toda acción. De toda mirada. De todo gesto. De toda colonia impregnada con suma delicadeza en el cuerpo de otra persona. 

-Te lo estás pensando mucho. Si no quieres decir el porqué, no lo di…-te interrumpo de forma totalmente merecida. No quieres ser insolente conmigo. Y aún así, no puedes evitarlo. Pero da igual, porque me encanta.

-El porqué es…

Y es que… solemos tener razón. Llámalo karma, llámalo como te salga de los cojones. Llámalo casualidad, o llámalo putada, por no haber llegado medio año antes, o 2 años antes. O simplemente por haber llegado. Justo ahora que pensabas que eras tan capaz, tan capaz… justo ahora una mano te tiende alcohol sin darle importancia. Y ahí empieza todo, así de simple. Ni siquiera has tenido la oportunidad de expresarte en un entorno controlado, ni falta que hace por el momento, y ya estás otra vez en las mismas. 

Claro, piensas. Todo sería mucho más sencillo si no pensaras tanto. Te piensas mucho las cosas. Pones cada uno de tus sentidos y todo tu esfuerzo en intentar abordar la situación con la mayor preparación previa posible, no con la idea de crear algo artificial, (no esta vez) si no de que nada falle. Antes esto… bien, digamos que era una posibilidad, y muchas veces era lo que lo jodía todo. Pero esta vez… esta vez es diferente. 

-…que me gustas, pero… 

Porque esta vez, hay un pero. Lo hay. Está ahí, mirándote con cara de hijo de puta, y no piensa perdonarte ni un error. Si manipulas el Medio, lo va a saber, y te va a joder, y paradójicamente, joderte va a ser la forma de que no te jodas, de que no os jodas, de que no jodas todo de arriba abajo y después le prendas fuego. Si bien no has sido tu siempre el que ha arrojado un mechero encendido al esfuerzo común acumulado…

Por una vez. Por una puta vez, estás barajando algo que no habías siquiera intuído con anterioridad. Pero se hunde, se hunde en tu mierda porque sigues siendo tan inquieto como siempre. Te gusta jugar duro tus cartas, aunque hasta ahora… parece que nadie más jugaba contigo. Sólo te miraban entusiasmados y usaban tu propio entusiasmo para alimentar la mentira. Y nada más, ni mucho menos. Otras veces también te han disparado por la espalda. Y tú también has apuñalado a traición. Pero ahora, ahora estás realmente perdido. 

No es ese tipo de juego al que jugabas. 

-…no sé…

Porque ahora, parece ser que enfrente tienes a alguien que siempre ve tus apuestas. Siempre cuestiona tus faroles. Siempre cree saber en lo que estás pensando, y no te tiene ningún miedo. No tiene porqué mentirte, no tiene porqué hacerte el menor caso. 

Y tú, te has visto desbordado. Por primera vez en… tantos años… Has visto como el problema no era acabar la frase del otro. Si no empezarla. El final de una frase tiene una cantidad de combinaciones finita. Será grande, o no, pero ahí está, dentro de la coherencia y la cohesión. Pero la siguiente frase, es algo totalmente aleatorio, totalmente impredecible. Empiézala. Y espera a que te nieguen, y niega tú. 

-…qué cojones quiero. No lo sé, porque curiosamente, pensaba que sí. Pero de golpe… esto. Tú. Ni más ni menos.  

Qué demonios. Te quedaste como Dios en ese momento, ¿lo recuerdas?. Joder, le echaste huevos. Y alguien a tu lado, demostró desbordar inteligencia y madurez. 

Aunque también pudiste percibir el Miedo. El mismo que tienes tú otra vez. Miedo… no sé si es correcto llamarlo así. En realidad, eres perfectamente capaz de pasar esto por alto. Pero tu puta manía incorregible de aprovechar cada jodida oportunidad que se presenta para no tener que arrepentirte en un futuro, te empuja a poner de tu parte. Y te sientes como un puto enfermo, pugnando a ciegas por algo que ni siquiera sabes si es el fruto de tu imaginación. 

Quizá hasta ahora lo que tú creías oportunidades, era lo que en verdad era fruto de tu exacerbada imaginación, y no al revés. 

No quieres caer en la tentación de joder las cosas de nuevo. Dios Santo. Te sientes atraído hacia el fracaso por una falsa inseguridad. No. No estás inseguro. Estás temeroso. Sí. Miedo. Al final va a ser lo que es. Y no, no eres capaz en absoluto de pasarlo por alto. Bajo ningún concepto, porque vive contigo, duerme contigo, se ducha contigo, respira a la misma velocidad que tú. Ahora está ahí, y puedes verlo. Esperando a que cometas un error para reírse de forma exagerada y minarte. 

-…

No recuerdas su respuesta exacta. Quizá no tenía ninguna trascendencia. O quizá era demasiado perfecta como para que la encajaras bien, y tu cerebro directamente la obvió para ahorrarte el trago. ¿Sería capaz mi cerebro de algo así? Maldito hijo de puta.

Quédate con los detalles. En serio. Quédate con ellos. Da igual lo que signifiquen en realidad. Dales la interpretación que te salga, y llega a conclusiones que pueden no corresponderse con la realidad. Porque en el fondo, da igual. Esos detalles te están aproximando a un desenlace incierto. Hasta el último momento, vas a temblar, vas a liberar adrenalina en grandes cantidades, vas a sonreír yendo sólo en metro, vas a perder tu tiempo miserablemente. Todo por algo que… desconoces aún. Pero no te importa. Y no debería, porque el mejor momento, el más Perfecto, aunque te haya hecho vomitar miles de veces hasta llegar ahí, va a ser el previo a conocer el resultado de tus cábalas.

Respetar, es importante respetar. ¿Qué es respetar?

Me dan un poco de miedo las personas que no se sienten así en estos momentos. Porque no hacen más que calcular. Y se han olvidado de Sentir, y de vibrar. Y desperdician cada atisbo de casualidad que les brinda la única oportunidad que disponen para aprovecharlas, no disfrutándolas. 

Porque creo que es eso. Pura casualidad que esto pase.

Como es casualidad que esta historia tenga reflejo alguno en la realidad.

 

O igual no. Vete a saber.

_22:55

Coges el teléfono. Por fin te has decidido a llamarme. Por fin.

Paladeo el momento con delicadeza. Lentamente.

Biribiribirbiribiri! Biribiribirbiribiri! Biribiribirbiribiri!

Un teléfono me despierta de mi letargo. Joder, joder, joder, ¿eres tú? El pulso se me empieza a acelerar. No lo controlo, cada vez más nervioso. Empiezo a hiperventilar. O paro, o perderé el conocimiento en pocos segundos. Me tapo la boca.

Es el teléfono de casa. No era mi móvil, era el puto teléfono de casa. Maldición.

Putos sueños que continuan en la realidad. Continuan siendo eso, sueños, y nada más.
Y pensadas demasiado extensas.

_Nada

¿Notas como avanza la nada? ¿Lo notas? Ja ja ja…

Lo notas, pero no lo ves, porque no se puede ver, en efecto. Pero lo percibes. Cuando hablas con alguien. Cuando miras a alguien. Cuando intentas exponer una idea.

 

Lo sabes, pero no lo puedes demostrar, porque no se puede demostrar, en efecto. Pero lo tomas como cierto. Cuando tu dices A y los demás dicen B. Cuando no puedes evitar atravesar a la gente con los ojos. Cuando todo dios te mira con caras raras, casi de miedo. 

 

¿La oyes acercarse? Húndete en su obviedad o sigue hundido en tu mierda. Tú eliges. 

 

Yo creo que ya he elegido.

_Balance de Daños número 1

Nivel de resaca: Elevado. Probablemente debido a dormir 4 horas y prácticamente no dejar tiempo de sobriedad entre ayer y hoy. 

Daños físicos:

Quemaduras de cigarro en el dedo corazón de la mano izquierda, en el nudillo del dedo índice de la mano derecha (ambas autoinducidas, archivar como “sin explicación lógica aparente”), codo izquierdo, muslo derecho (?) y muñeca izquierda.

Moratones en el muslo derecho y en el gemelo derecho. Lo más seguro es que vayan apareciendo más a lo largo de la semana. Se comunicará a las autoridades pertinentes.

Mordiscos  en el antebrazo derecho (por la pinta parece de un espécimen humano hembra, de baja estatura y gran fuerza en las mandíbulas) y en el pezón derecho. Este último es especialmente doloroso, y por el gran tamaño de la herida, el atancante podría haber estado semidesnudo/a. Todo apunta a que era un ser humano hembra más alto que el anterior y con bastante mala ostia. Se percibe cierto ensañamiento totalmente inmerecido.

Rasponazo-raja con sangre seca en la comisura de la herida, en el antebrazo izquierdo. Tiene unos 6 centímetros de largo, y no tengo ni puta idea de cómo llegó ahí. Probablemente tengan algo que ver los sujetos mencionados previamente. Como arma, por decir un par de ejemplos estúpidos, se pudo haber usado un piolet-martillo o un limpiaventanas. 

En el antebrazo izquierdo tengo escrito: “La Náusea” Sartre. Comprar libro a la mayor brevedad posible. 

Daños psíquicos:

No me sale de los huevos hablar de esto ahora. 

Daños materiales: 

Aparte del evidente derroche de dinero, ayer el cajero se trago una tarjeta (caducada). 

Hechos graciosos/curiosos:

En un metro caben 700-800 personas. Misma hora, mismo tren, misma puerta mismo puto sitio. Qué gracia me hacen esas cosas. En mi huída me encuentro con un amigo de toda la vida, y una pava a la que probablemente no le gustaría nada si me conociera me dice que si puede hacer algo por mí que se lo diga, que si está en su mano lo hará. Afortunadamente a esas horas no puedo pensar demasiado rápido. Si no probablemente me hubiesen cruzado la cara. O no.

Ayer se rompieron unos 3 o 4 vasos de cristal y varias botellas de cerveza. Se volcaron unos 6 vasos de bebida. Uno de ellos fue arrancado de mis manos literalmente. Vendetta.

La unión hace la fuerza. Si te amenazan con rajarte con un cúter, sugiere al individuo en cuestión ir todos juntos a partir la cara a “esos de allí” (idea descartada por el propio delincuente).

Si alguien tiene algo que añadir-aportar-increpar, los comentarios están un poquito más abajo de esta línea.

_Bilbao night (parte 2 de 2)

Ojalá hubiera una puta palabra que describiera esta sensación de resaca, admiración, resignación, empatía, impaciencia, tristeza y emoción. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pero no la hay.

_kopf

“Vamos a evitar mentirnos esta vez”

Ella cruza las piernas bajo la mesa de su habitación, y remolonea por páginas de poco interés de la red. Se enreda los tirabuzones de su pelo sin lavar mientras la iluminación de su rostro va cambiando a medida que salta de una página a otra.

“¿Lo hará? ¿No lo hará?”

Él se levanta aún borracho y remolonea por zonas de su mente de poco interés. Se frota su revuelto pelo sin lavar mientras la palidez de su rostro recobra una tonalidad menos muerta a medida que bebe agua y se repone de anoche.

“Otra vez he vuelto a soñar con ella.”

Ella coge un sobre, lo abre, y lo deja sobre la mesa. Roba un folio en blanco de la impresora, y comienza a escribir. Todo lo que te quise. Todo lo que te querré. Su estilográfica danza a la par que sus apelotonadas ideas, corriéndose literalmente sobre el lienzo en blanco que poco a poco toma forma de historia inacabada. 

“Vamos a empezar algo nuevo, algo que no nos haga volver a llorar. Vamos a gritarnos que nos odiamos, y después amémonos para siempre”

Él enciende un cigarro con sus últimas fuerzas e intenta ordenar cronológicamente la noche de ayer. Nah, no va a cobrar sentido por mucho que lo ordenes. Vamos a ver. Todo estaba tranquilo. Falta escena. Estoy sentado en la calle sólo y pensando en ella. Se me escapa una lagrimilla de odio que a punto está de congelarse sobre mi mejilla. Pues eso. Vuelta a empezar. Joder. Obviarlo es… consumirme. La sigo queriendo. 

“La memoria es como un perro viejo. Le lanzas un palo, y te trae cualquier cosa.”

Ella mira la carta, con recelo. Tiene que hacerlo. Quizá le cueste soltarlo todo a la cara, pero al fin y al cabo… por los viejos tiempos. Se quita la camiseta y frota la hoja contra su pecho, su abdomen, su cuello, hasta detrás de las orejas. Cierra los ojos. Eh, esta carta es mía. Huele a mí, quiero que huela a mí. Quiero que sepas que la distancia no me va a hacer olvidarte.

“Algún día, volveremos a tumbarnos en un atardecer.”

Él decide hacer algo con su vida. Se da una ducha rápida para quitarse esa borrachera tan tonta que aún perdura. Camisa. Pantalones. Gabardina. Y un pequeño maletín. Camisa. Ropa interior. Camiseta. 350 euros. Glock 9mm. 2 balas. Folio en blanco. Ya está todo.

“No se lo que voy a hacer. Pero seguro que va a manchar. Y no sólo en el aspecto físico.”

Ella se pone encima una sudadera que encuentra por ahí tirada, y unas zapatillas raídas. Coge el sobre, se para en seco, mira a la nada, se da unos golpecitos en el pecho con él mientras piensa en cuando él lo abra, y sale de su piso.

“Vamos.”

Él cierra el maletín, y con el cigarro aún en los labios sale de su piso.

“Vamos.”

___

Al salir al descansillo, se encuentran cara a cara. Él cara de haber dormido poco y mal, barba de dos días, cigarro en la boca. Lleva un maletín y el pelo húmedo. Ella despeinada, ayer lloró, no ha desayunado aún y lleva un sobre. Un escueto “Hola”, y cada uno cierra su piso. Él piensa que no tiene mucho sentido hacerlo ya, ella no está como para pensar en esas cosas. Abren la puerta del ascensor que aún aguardaba ahí tras ser él el último usuario. Un gesto cortés para indicarle a ella que pase delante. Después, pasa él. Se cierra la puerta.

Cada uno en sus cosas, cada uno en sus cosas. Ninguno de los dos volverá a ser el mismo. Ni volverá, de hecho.

Vamos.