_psy

El credo de mi espalda se ha emborronado y convertido en una mancha de psicoanálisis.

Mi madre es una Geisha blanca a la que no le enseño mi credo ni lo haré pese a estar emborronado.

Va desnuda por casa y me escondo tras una puerta, la de mi cuarto.

Beso en la frente a amores del pasado mientras como chocolate, y les dejo una mancha color mierda en la frente.

A otras las despido mientras describo una situación post apocalíptica, en la que máquinas limpiadoras de 400 metros de altura palian los efectos de un tsunami en algún sitio.

Uno de mis amigos juega a baloncesto y me sigue porque sabe que soy un agente secreto.

Les habíamos advertido, así que ahí va, una bala en la cabeza para cada uno.

Y todo eso en ruso, y árabe. Y dormir a intervalos de 5 segundos dormido, 5 segundos despierto, así durante 12 horas.

Ajo en la boca.

_Caffeine reloaded

Hoy he estado lejos, y creo que es la primera vez que viajo en sueños y tardo en llegar casi lo que tardaría en la realidad.

#Bed Tales Nine: Nerja

Estoy lejos pero estoy contigo. Llevo horas postrado en un autobús de mala muerte, con una sudadera tapándome a duras penas el cuerpo. De día el calor es insoportable en las ciudades, pero la noche en la autopista, es gélida. Me estoy helando.

Nerja es increíblemente tranquilo. Seguro que en la realidada es más bonito que tranquilo. Y no como yo me lo he imaginado. Pero eso da igual, porque íbamos a la playa, y se nos olvidaban los teléfonos móviles y decíamos: “da igual”.

El ascensor del bloque era un poco raro porque no tenía puertas y daba directamente a las cocinas de la gente. Esto tampoco importa, porque tú no tienes ascensor. Supongo que me apetecía un ascensor y lo he puesto ahí, como me apetecía estar contigo y me he cogido en pantalón corto un autobús hasta Málaga para verte.

Y otras muchas cosas, que cogeré.

_B12 complex

ns/nc

#Bed Tales Eight: La cruda, cruda, cruda realidad.

Abrías la puerta y besabas a otro hombre delante de mí, mientras me decías lo siento, lo siento, lo siento. Y llorabas. No pensé que mi propio cerebro, en sueños, pudiera hacerme tanto daño. Tampoco antes había llorado dormido, ni nada de eso. 

Tampoco me había matado a mí mismo. 

Lo que siento por ti ahora, en este preciso instante, y de lo que quizá no me había dado cuenta del todo, es lo que he sentido esta noche. Pero completamente invertido. Y no se puede describir sin inventar nuevas palabras, incluso letras.

Incluso yo que sé qué incluir, inventar, idear, arrasar, construir, completar, colapsar, destruir, levantar, con el único ánimo de que saques una sonrisa.

Y ya.

_hemoglobine

Uno descubre en sueños que de sus mayores miedos, no puede escapar ni mientras esté dormido. 

#Bed Tales Seven: El metro, el pueblo, el polvo.

Una chica asiática, que no conozco, pero como si la conociera, se sienta a mi lado en las escaleras de una estación del metro, mientras esperamos a que llegue. Supongo que se sienta ella a mi lado porque yo no recuerdo haberlo hecho. Supongo que estamos esperando porque la gente parada en sitios raros no hace más que esperar a que algo llegue.

Las situaciones que empiezan hacia la mitad son la única forma de improvisar realmente. 

Ella es la amiga de una amiga, o quizá me lo esté imaginando yo todo para justificar lo que empieza a crecerme entre las piernas. No es que ello justifique gran cosa, pero como que dota a todo de una pseudoseguridad de no-se-qué. A mi amiga, sí que la conozco, pero esto no hace más que añadir nuevas incógnitas a la ecuación. 

La cosa es que hablamos en castellano, lo cual me hace sospechar que estoy soñando, porque no tiene nada ningún sentido. Encima ella se me acerca y me roza la cara levemente con sus labios, acercándose a la comisura de los míos. 

Falta escena. 

El jodido pueblo, tiene un brote de zombies. No sé nada. Sólo sé que estoy en el patio de casa con una rubia, y que tenemos una marcadora de airsoft enorme y una chimbera. Armamento pesado, fuck yeah.

Salimos fuera. Son zombis de esos que andan muy despacio, afortunadamente. Estoy durmiendo, joder, tampoco voy a hacerme correr más de la cuenta en sueños. Disparo a uno a lo lejos, lo cual lo hace huir lentamente hacia una casa que tiene la puerta abierta. Entra, cierro la puerta. No creo que sea capaz de salir. Aunque parece que sí de encender los fogones de la cocina. Ya hay 3 casas en llamas, me cago en Dios. Esto va a ser un problema.

Volvemos a la casa, parando en cada esquina y andando a pasos largos pero pesados, haciendo uso de todo el entrenamiento táctico del que carecemos. Al entrar al patio, hay allí congregadas unas 50 personas.

-Pero qué cojones es esto.

No obtengo respuesta. Organizo a la gente. Medio pueblo está en llamas. 

Al final de la tarde, por fin he conseguido bajar a los putos críos del tejado, y les he convencido de que es mejor no salir, por riesgo de infección. No sé porqué nos podríamos infectar, pero joder, es lo que ocurre siempre que hay zombis. 

Llegado un momento, salimos unos cuantos, esta vez con más armas, salidas de algún sitio de por ahí, y unos trajes bastante profesionales. Nos acercamos a una pequeña cuestecilla que lleva a la entrada de un caserón. En el asfalto, tirados de mala manera, hay unos 4 o 5 jirones de piel. Parecen caras, la piel arrancada de una cara, pero son mucho más grandes que una cabeza humana. 

Aunque parecen de plástico, echa un poco para atrás el verlas. Es asqueroso. Supongo que pertenecen a los zombies, y pienso que han entrado en otra fase evolutiva, o algo por el estilo. 

Como no podía ser de otra manera, en esta película de zombis hay un subnormal, que o bien es el primero en morir, o bien consigue que muera gente por su culpa. El individuo en cuestión, se acerca a una de las caretas zombi, y empieza a jugar con ella, a ponérsela en la cara, etcétera. 

Yo no doy crédito. ¿Soy la única persona que teme ser contagiada? ¿Qué cojones? Mis respuestas llegan rápido. Mr. Estúpido, ante las quejas de una rubia preciosa (no la de antes), coge el retal de piel y se lo restriega en el pantalón, por encima del coño. Comienza un forcejeo, en el que todos acabamos rodando como si fuésemos bolas de cartón piedra, por un camino de hierba seca y tierra que hay entre los muros de dos casas. No hay más de metro y medio de anchura, por lo que nos golpeamos continuamente. La rubia ha intentado zafarse del ataque con la careta quitándose los pantalones y las bragas. Bien hecho. 

Cae abierta de piernas, mostrando un pubis totalmente rasurado, llorando, y gritando que ahora iba a morir en poco tiempo por culpa de un gilipollas. 

En algún momento mientras intento asegurar el perímetro como un verdadero profesional, han decidido que ponerse a follar es la mejor forma de dar final a todo este despropósito. Madre mía. No sé como encuentro tiempo para el erotismo en un pueblo infestado de aberraciones y a punto de ser consumido por las llamas.

La otra opción es despertarme, pero tengo una amenaza zombi con la que acabar. 

 

 

_naftaline

Llevo 5 años viviendo un bucle. Creo que olvido cosas, pero después la perfección de mi egoísmo se hace sueño y me atrapas de nuevo. Recuerdo cuando íbamos a la playa y el viento que entraba por tu ventana hacía que me llegara tu olor de forma nítida. También recuerdo que fuí un gilipollas. Tú también fuiste gilipollas. 

Después me viene a la cabeza un banco a las 8 de la mañana, y un bar cutre meses después e insultarnos mientras sonreímos. Y otras cosas. Pero en mis sueños siempre somos mejores personas. 

#Bed Tales Six:  Las escaleras del hotel 

Te he visto desde la puerta, pero en vez de hablarte, mi orgullo me hace girarme y subir las escaleras. Cuando llego al primer piso, veo por el hueco que me estás siguiendo. 

Sigo subiendo. El tercer piso es donde me alojo, o eso parece, y además, el último del hotel. Da la sensación de que por encima sigue habiendo edificio, pero no se puede llegar a él. Al menos no por ese camino. 

Me coges del brazo y me giras, y nos decimos cuatro cosas con lo ojos. Después me besas como yo siempre había soñado que harías algún día. 

Y ahí acaba todo otra vez. 

_zinc

Voy a enmendar mis errores en sueños. Voy a completar mis tareas en sueños.

#Bed Tales Five: Arrepentimiento

Sin comerlo ni beberlo, dices algo que me sienta como una patada. Te doy una bofetada con la mano vuelta, que me sorprende a mí mismo antes que a ti. Me deshago en lágrimas mientras te abrazo y te pido disculpas como nunca. Te abrazo como nunca. Como nunca. 

Después empieza una pelea. Alguien me aparta para evitar que acabe en medio, y tú ya no estás. Así que me voy. Esto lo supongo, porque ya no lo recuerdo, y le pido el teléfono a un tipo que pasa por allí y me dice que un segundo. 

Pero nunca me lo llega a dar. 

_serotonin

Muchas veces es simplemente cuestión de perspectiva. Otras… no. Qué pena.

#Bed tales Four: Dispositivos de Demostración de Vida Inteligente.

Estamos metidos en una especie de jaula, con muchísimos barrotes pero muy finitos. Como una jaula para pájaros domésticos, pero lo bastante grande como para que entremos 3 personas. No hay suelo, al menos no un suelo llano y firme. El suelo lo conforma el terreno que hay allí mismo. Hay piedras grandes para sentarnos. Estamos cerca de un acantilado.

Tardo un rato en darme cuenta, de que no somos los prisioneros. O sí. Pero estamos ahí porque es la única forma que tenemos de sobrevivir. Fuera, el mundo es un maldito caos de seres a duras penas humanos, zombis, mutantes, yo que sé. Cruel madre naturaleza.

Salir de la jaula, es morir.

Uno de mis dos compañeros (un chico y una chica), me pasa un álbum de fotos. Le doy un vistazo, son fotos de los abortos de la naturaleza que campan a sus anchas entorno a la jaula. Son feos de cojones los cabrones. En las fotos salen pegando sus caras pseudo alienígenas contra la jaula. Me hace gracia, no pueden entrar. No me doy cuenta en ese momento de que en verdad, somos nosotros los que no podemos salir. Le devuelvo el álbum, y su mirada me indica que no me he dado cuenta de la situación.

No le doy importancia.

Un día, me vuelve a dar el álbum, y me dice que haga el favor de fijarme bien en las fotos. Maldición. Han encontrado la maldita forma de infectarnos, sea lo que sea que padezcan. Si miras bien la foto, en la parte inferior, se ve cómo cada uno de las alimañas tiene clavadas en la boca y en el cuello varias pajitas secas, una especie de junco que queda lo bastante duro como para clavarse cuando se seca, y lo bastante hueco como para dejar fluir sangre por él.

Miro la fecha de las fotos. Todavía no ha llegado ese día, no puede ser. Son fotos del futuro.

Me consumo por la rabia, hasta que por fin llega el día en que los muy hijos de puta, encuentran la forma de jodernos, y nos joden. Con la jaula completamente rodeada, no hay manera de esquivar esas infecciosas puntas de perdición que han dispuesto en sus cuerpos para infectarnos. Me debato entre la histeria y la desesperación más absurdas, sabiendo que me queda poco tiempo hasta que una mierda de esas se me clave y sea una bestia más. Y así ocurre.

Mientras muto en una abominación, mi desesperación y rabia tocan techo, haciendo que me convierta en una bestia de tamaño mucho mayor al de la mayoría de ellas. Habiendo olvidado ya a su suerte a mis dos compañeros, cuyo paradero desconozco, empujo la jaula por un lateral, arrancándola del suelo en el lado opuesto, y enrollo con el metal a 4 de esas bestias, las 4 que estaban posicionadas en ese lado.

Puedo moldearlo como si se tratara de cartón.

Después cojo el rollo de metal y monstruos, y lo lanzo al olvido, also known as el acantilado que comienza a unos cuantos metros. Las bestias caen irremediablemente al mar desde una altura considerable.

3 de las bestias, están mirando hacia el mismo lado, y tienen la suerte de caer boca arriba, con lo cual están atrapados, pero mientras la estructura se mantenga a flote, podrán respirar. La cuarta, por el contrario, se movió en el último momento intentando huir, sin éxito, y ha quedado boca abajo, ahogándose irremediablemente.

Cada ser humano anterior a estos abortos, fué provisto en su día de una especie de aparato, similar a un cronómetro, necesario en la época que vivimos de relación permanente con formas de vida extraterrestres. Estos aparatos, moviéndolos en la forma que el mismo te indica de una forma que no logro entender, comienzan a emitir una serie de pulsos, a medias entre pitidos morse y crujidos de medidores de radioactividad, a la vez que en su pantalla se muestran una serie de dibujos perfilados gracias a diodos rojos.

Estos sonidos, indican la supuesta inteligencia o avance tecnológico del ser en cuestión, y se solían usar al colonizar nuevos planetas, para establecer una prioridad en el trato con otras formas de vida. Ahora mismo, sólo sirve para debatir quién de los monstruos va a morir, quién de los monstruos pertenece a una inteligencia superior que merece ser protegida. La imagen es dantesca.

Por un momento, el aparato del sujeto que se encuentra bajo el agua, doblega o convence a los otros tres, que haciendo un movimiento conjunto con las piernas, dan la vuelta a la estructura, comenzando así un sacrificio con el fin de salvar al cuarto individuo.

Esta situación no tarda en cambiar, ya que las mentes de los que ahora no pueden respirar, parecen agudizarse al ver la muerte de cerca, y aprovechando el shock del casi ahogado zombi, que es incapaz de contestar con pitidos ni con nada parecido, vuelven a sacar fuerza para voltear de nuevo su trampa, acabando con la vida del primer engendro.

Lejos de allí, un hombre provisto de un traje azteca de pájaro completamente funcional, posa con delicadeza a una persona no infectada sobre un pequeño islote cerca de la costa. Mientras le promete que volverá a por él, salta y aprovechando una corriente de aire, se pierde en el cielo.

Comienza una tormenta. La persona del islote, que se creía a salvo, tiene que nadar hasta la orilla para evitar morir ahogado en la isla. El pueblo costero frente al islote, está protegido del mar por un espigón de considerable altura, que sólo tiene unas pequeñas escaleras. Tiene que nadar rápidamente, agarrarse a unos salientes que hay excavados en la piedra, y cuando la resaca del mar se estabilice durante unos instantes, salir pitando escaleras arriba.

Esto lo sabe porque hay más gente en el agua, probablemente arrastrados por la corriente desde otros puntos. Son 3. Nadan hasta casi vomitar los pulmones. El primero se agarra. La otra chica, que es del pueblo, también. El no lo consigue, y el mar lo absorbe hacia sus profundidades.

Al retraerse, la parte cercana al malecón queda totalmente desprovista de mar. Es decir, es como una ola hacia dentro del mar, que vacía los 20 metros de profundidad que tiene el puerto del pueblo, y deja al pobre hombre posado en el lecho marino, con 2 paredes, una de piedra, la del pueblo, y otra de agua, la del mar, rodeándole por completo.

El mar vuelve a ocupar su lugar pocos segundos después, aplastándole con su furia desmedida. Se acabó también para él.

_alcaloid

Ten cuidado con lo que deseas estando borracho. Puede ser lo que otra persona desea estando sobria.

 

#Bed tales Three: La marea.

Me dices algo al oído mientras avanzamos hacia la puerta de una especie de terraza, o balcón, o quizá sea la calle y yo estoy demasiado centrado en intentar escucharte. La puerta es estrecha. 

Tenemos que juntarnos mucho para pasar por ella a la vez. Más, más. Cada vez estás más cerca, y yo con la cabeza agachada para que no tengas que ponerte tan de puntillas. Y cada vez nuestras bocas más juntas.

Nos besamos, y tras un instante sale de mi boca un: “qué significa esto?”. Me cuesta creer que he sido yo el que lo he dicho. Y tu me dices que significa lo que significa, y decidimos ir a mil conciertos y obras de teatro. 

Y vas a aparcar tu coche, lo cual es curioso, porque tú no tienes coche. Y veo desde la acera como te subes a ella con una rueda, y luego el coche cae, y lo jodes entero por el lado que veo. 

Un segundo y apareces a mi lado, y no puedo si no hacer una crítica constructiva sobre cómo aparcar. Me espetas un: “Pero de qué hablas?” Mientras señalas tu monovolumen gris perfectamente alineado con la acera al otro lado de la calle. 

Me he equivocado de coche, después de todo. 

Mientras me miras y pienso en los quebraderos de cabeza que va a traer esto, y recuerdo que no eres de las que dan la mano, veo al fondo una isla pequeñita muy, muy cerca de  un acantilado. Cuando sube la marea, la gente se tira al agua, que queda prácticamente a la altura de la tierra, y nada unos metros hasta la isla, en la que se sitúa un pequeño bar. Cuando esto no es posible, los turistas usan un puente de cuerda y madera que ahora mismo está recogido en uno de los lados. 

¿Porqué iba a tener que darte la mano?

_dopamine

A veces un dolor de cabeza que viene por nada, se va con alcohol.

Los que vienen con un motivo bien marcado, no se suelen ir más que con el Tiempo. Mucho, mucho tiempo.

#Bed tales Two: Around the World.

Hasta el último céntimo en tu haber lo has invertido en irte fuera, en ver el mundo. Te encanta viajar, y ver cosas diferentes, aunque luego no te acuerdes de adonde has ido.

Pero eso… no importa. Lo que importa es conocer otras realidades, muy diferentes, otras culturas. Otras cosas. Otras personas.

Otras barras, otras camas. Otras formas de follar, y de amar. Y sabores de bocas extranjeras y de bebidas típicas que todo el mundo parece capaz de beber como agua menos tú.

Miras el reloj, 8:05. Te queda una hora de sueño, pero jurarías que te has quedado dormido 20 horas y que ya es sábado.  Pero no.

Viajas de un lado a otro. Te viene a la mente la palabra “Mesopotamia”. Qué más da. 8:20. No puede ser que hayas cogido varios aviones y cambiado de país varias veces en tan solo ese tiempo.

Decides dormir una hora más. Porque te encanta viajar, y por una puta vez, parece que tus sueños duran. Te encanta viajar.

Porque es una forma elegante de huir.

_caffeine

Resulta que, todo acto está impregnado de connotaciones suicidas indefectiblemente. 

Me sorprende no haberme dado cuenta hasta hace relativamente pocos años, que todo está conectado. Hoy en día, estas conexiones se plasman en diodos magnéticos en algún servidor sito en vete a saber donde, gracias a la red de redes. 

Y, joder. Da igual lo que hagas. Porque parece que vayas a tener que responder ante el tribunal de toda la sociedad, siempre, siempre, sin lugar a dudas. 

 

Pues ahora me apetece esto. ¿Y porqué no? 

 

#Bed tales One: Back to your place. 

Todo está borroso y aparecemos tú, tu padre y yo, llevando cosas hasta tu casa. Estamos subiendo las escaleras, no hay ascensor. Son terriblemente estrechas, y poco uniformes. Vamos prácticamente escalando hasta llegar. Al llegar a tu piso, El último, no puedo quedar más sorprendido. Las escaleras acaban en un extremo, sin otro tramo que lleve a la puerta, y ésta se cierne a la Pequeña Nada de 2 metros de caída hasta donde estamos.

Para entrar, hay que subir hasta la ventana del fondo, que queda más o menos a la misma altura que la puerta. Después, con cuidado, apoyando una mano en la pared de enfrente, y los pies en un pequeño alféizar decorativo, a pequeños pasos llegamos hasta la puerta y entramos de un salto. Una estancia bastante amplia, con 2 camastros grandes desvencijados, nos da una sombría bienvenida. 

Tu padre se echa inmediatamente en su cama y se duerme. Tú y yo, nos quedamos mirándonos con cara de doceañeros. Me sonríes, saltas a la cama como una niña traviesa pegando un gritito, es como si estuviéramos solos en la habitación. Te zafas de los pantalones sin usar las manos, y también te deshaces de la chaqueta. Contemplo tus piernas desnudas, desde la punta de tus calcetines de colores hasta unas bragas negras de cintura baja. Me sonríes. Te sonrío. 

Salto contigo a la cama y me quito la ropa. Nos abrazamos. Y no hacemos nada. Miramos por la ventana. La galería me recuerda a la casa de mi abuelo, en el pueblo. Con madera vieja pero resistente, y con aspecto de que se vaya a venir todo abajo. 

Te beso la cabeza. Descubro en la mesilla una especie de video consola portátil, y nos ponemos a jugar. 

Se oye un ruido en la otra habitación. Entra tu madre. Me da vergüenza hasta girarme. Se queda mirando la silueta dormida de tu padre, que en ese momento se despierta. La mirada viene a decir: “así que este es ese chico”. Es tan clara que hasta la oigo. En mi nuca. Me giro, sonrío tímidamente, y como con resignación, me da un beso en la mejilla que me deja marcados unos labios rojos de pintalabios. Me levanto y me apoyo contra un mueble.

Me sigues. Me quitas el pintalabios con la mano, sin demasiado éxito. No recuerdo nada más. Ni siquiera recuerdo quién me gustaría que fueras, desconocida.