Ayer, fué una de esas noches en las que te descubres semi desnudo contoneándote al compas de Nine Inche Nails en el suelo del local. Culpar a las 2 botellas de ron vacías que había tiradas por el suelo sería poco menos que ridículo, ellas no entraron allí ni lanzaron su contenido a nuestras bocas.
Es gracioso que siempre pasen estas cosas cuando menos conviene que pasen. Pero bueno…
Y más gracioso es si cabe, que cuando parecía que ya no pintabamos nada allí, a la 1 de la mañana 2 enfermos cantando a traves de pedaleras multiefectos, pues van y aparecen 2 individuos más, con la pretensión de tocar. Las jams musicales formadas por 3 bajistas adaptados cada uno a otro instrumento, y un cantante FX, y los ojos brillantes, y las escobillas, y me gusta la configuración de esta batería…
Esos momentos en los que el alcohol no me ayuda más que a estar triste porque sé que de un momento a otro esa situación Perfecta acabará, y volveremos a ser todos completos desconocidos. O al menos en parte.
Me encanta este mundillo. La satisfacción que te otorgan pequeños sacrificios como este, merecen la pena.