Ten cuidado con lo que deseas estando borracho. Puede ser lo que otra persona desea estando sobria.
#Bed tales Three: La marea.
Me dices algo al oído mientras avanzamos hacia la puerta de una especie de terraza, o balcón, o quizá sea la calle y yo estoy demasiado centrado en intentar escucharte. La puerta es estrecha.
Tenemos que juntarnos mucho para pasar por ella a la vez. Más, más. Cada vez estás más cerca, y yo con la cabeza agachada para que no tengas que ponerte tan de puntillas. Y cada vez nuestras bocas más juntas.
Nos besamos, y tras un instante sale de mi boca un: “qué significa esto?”. Me cuesta creer que he sido yo el que lo he dicho. Y tu me dices que significa lo que significa, y decidimos ir a mil conciertos y obras de teatro.
Y vas a aparcar tu coche, lo cual es curioso, porque tú no tienes coche. Y veo desde la acera como te subes a ella con una rueda, y luego el coche cae, y lo jodes entero por el lado que veo.
Un segundo y apareces a mi lado, y no puedo si no hacer una crítica constructiva sobre cómo aparcar. Me espetas un: “Pero de qué hablas?” Mientras señalas tu monovolumen gris perfectamente alineado con la acera al otro lado de la calle.
Me he equivocado de coche, después de todo.
Mientras me miras y pienso en los quebraderos de cabeza que va a traer esto, y recuerdo que no eres de las que dan la mano, veo al fondo una isla pequeñita muy, muy cerca de un acantilado. Cuando sube la marea, la gente se tira al agua, que queda prácticamente a la altura de la tierra, y nada unos metros hasta la isla, en la que se sitúa un pequeño bar. Cuando esto no es posible, los turistas usan un puente de cuerda y madera que ahora mismo está recogido en uno de los lados.
¿Porqué iba a tener que darte la mano?
Me han encantado las dos primeras líneas.
Idem. Yo cada vez que leo alcohol me acuerdo de la última vez que me pillé una gran taja.
Estaba yo presente esa vez?
Sí, así que fíjate si hace tiempo que no bebo.
Debería creerme cuando le digo que no soy la persona que conoció.