”
Coges el teléfono. Por fin te has decidido a llamarme. Por fin.
Paladeo el momento con delicadeza. Lentamente.
”
Biribiribirbiribiri! Biribiribirbiribiri! Biribiribirbiribiri!
Un teléfono me despierta de mi letargo. Joder, joder, joder, ¿eres tú? El pulso se me empieza a acelerar. No lo controlo, cada vez más nervioso. Empiezo a hiperventilar. O paro, o perderé el conocimiento en pocos segundos. Me tapo la boca.
Es el teléfono de casa. No era mi móvil, era el puto teléfono de casa. Maldición.
Putos sueños que continuan en la realidad. Continuan siendo eso, sueños, y nada más.
Y pensadas demasiado extensas.
Biribiribiribiribiribiri.
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