Todos los días deparan pequeñas perlas en forma de hecho inesperado, sorpresas. Anoche pasó.
Saber qué le pasa a uno en un momento dado es dificil cuando te encuentras ( espacio – temporalmente hablando ) en ese mismo momento, y además, tú eres ese uno. Demasiada adrenalina para cenar no es buena, no deja dormir. Y tampoco pensar con frialdad.
Hablo de “esos” momentos en los que todo sería muy fácil diciendo: “Perdóname, me estoy comportando como un idiota” pero que al darnos cuenta, nuestro lo-que-sea no nos deja, y nos insta a, si somos tan amables, seguir rasgando las almas sin piedad alguna. Llámese estupidez o llámese amor, o como se quiera. Muchas veces los sentimientos frustrados se manifiestan de una forma totalmente opuesta a lo que fueron cuando aún albergaban esperanza y razón de ser en su interior. ¿ Venganza ? Más bien un intento desesperado por atraer las miradas de la gente, de hacer ver algo que quizá no importe tanto visto desde fuera. Divagaciones sin trascendencia más allá de la pantalla de un ordenador.
Despierto sobre el teclado. Continúo como si nada las parpadeantes conversaciones de esa puta droga llamada messenger. ¿ Ha servido para algo ? ¿ Ha ocurrido algo ? ¿ O va a ocurrir como ocurría antes ? Hagamos como si nada, y ya está. Lo más fácil. Y se acabó.
Psicoanálisis de sueños entre ¿ reconciliaciones ? de gente que ya no se ve nunca.
Y quien sabe.