Brockley, London
Ya se oye el repiqueteo de los platos siendo dispuestos en las mesas de madera recién aceitadas, en los jardines de la comunidad.
Los niños ríen, los padres advierten, sus hermanos mayores se mandan fotos de pollas y tetas en Snapchat. La nueva y mil veces más peligrosa versión de los archivos .rar con contraseña que aún conservas de tu pille aquel en el año 2000.
Las brasas llevan preparándose unas 2 horas, y la barbacoa en sí tiene el aspecto de una pira ritual, dispuesta de forma exquisita por los Hombres, los Ingenieros que discuten mientras beben Coronas heladas, cuál es la mejor manera de crear un pequeño infierno, para después darle volquete y poder cocinar durante más de 2 horas.
Una humareda aparece tras el manzano del vecino cuando esparcen dichas brasas, y se oye un clac metálico al ser colocada la parrilla encima. Después un crujido delicioso de la piel de las alitas de pollo con salsa barbacoa churruscándose, adquiriendo un color exquisito y ahora inundando la zona ajardinada entre ambas casas de un olor prohibitivo.
Empiezo a babear en mi ventana, y decido que ya ha empezado de nuevo.
Otro Gran Verano Británico.