Digo Holborn pero en realidad da igual. Me gusta el nombre de esa estación. Como la de Burnt Oak. Algún día iré.
Lo importante es el sabor a Underground que se me ha quedado en la boca y en la nariz como si me estuviera asimilando ya ese gusano gigantesco e imparable. Cabrón de los cojones.
Una amiga me dijo hace mucho tiempo que Londres es una ciudad que puede ser muy perra o puede darte mucho. A mí Londres o la providencia o la casualidad o el Karma, me han dado mucho.
¿Perra? No lo sabría decir. Quizá sí. Quizá pese a todo lo que me ha dado todo se complique cada segundo, pero nadie esperaba un paseo por el Parque de los Patos. No yo al menos.
En casa todo sigue igual. De hecho, no podría ser más precisa esa afirmación. Todo sigue exactamente igual. Y todos. Tengo como una bola de pelo hecha de cosas que me gustaría decir, pero no acaba de salir en la forma que a mí me gustaría, así que la escupiré entre arcadas en algún momento y ya está.
Sólo diré que del 10 al 13 estoy en Madrid. Después tengo más cosas programadas, si sobrevivo. Pero como no hay nada seguro, pues entonces lo dejo ahí.