De pequeño jugaba a que mis peluches y otro juguetes eran suicidas por norma natural. Era divertido evitar que se mataran, porque imaginaba esas muertes como algo de mentirijillas. Como cuando a Mortadelo y Filemón les ocurrían miles de desgracias y de una viñeta a otra estaban perfectamente sanos.
Era muy divertido, aunque quizá visto desde la perspectiva de los años, no lo parezca, e incluso sea siniestro.
Ahora muchas veces pienso que soy yo uno de esos animales suicidas. El problema es que no veo a nadie que pueda evitarlo, y que a veces ni me doy cuenta de que estoy desnudo frente a la bañera llena de agua y una tostadora de pan enchufada en las manos.
Otras veces arrancarme los ojos, sería más sencillo. Después me doy cuenta de que no ver, no me va a hacer entender lo que no entiendo. Y bajo esta premisa, ni siquiera tirarte de un puente de la autopista antes de que pase un camión es algo que pueda ayudarte en nada. Sólo un parche.
Como ponerme una camisa y una corbata y salir con mujeres cada día.
O como trabajar, y trabajar, y trabajar sin ningún tipo de mesura.
La vigilia me devuelve al punto de partida.
Siempre.
Quizá no haya nada que entender. Es una simple cuestión de sufrimiento.
Realmente más que sufrimiento es incertidumbre. El sufrimiento es relativamente sencillo de sobrellevar, la incertidumbre es la tómbola del sufrimiento que además cierra a cualquier hora y te deja a medias.
Entonces ahí es cuando creo y espero, que sí haya algo que entender. Tiene que haberlo, aunque la explicación sea totalmente básica e increíble.
Si no, me temo que la sensación va a durar más tiempo del deseado, lo cual es mierda.
Sencillo de sobrellevar: sólo puedo decir que si tú lo percibes así, mejor para ti. También es una cuestión de tiempo. La gota de agua que cae sobre la cabeza al final acaba perforando el cráneo, etc.
A veces caemos en la tentación de idealizar el sufrimiento. Yo lo hice. Se puede convertir en una forma de vida y es un tremendo error.
Desde luego, el tiempo es una pieza clave. Es más, me atrevería a decir que es el catalizador del sufrimiento.
No me atrevo a cuestionar tu afirmación porque no te conozco, pero creo que en realidad lo que idealizamos son cosas que nos conducen al sufrimiento. A mí me pasa. Me gustan cosas (o al menos antes me gustaban, ahora apenas pongo algo de esfuerzo por mi parte) que sé que tarde o temprano me van a reventar en las manos y va a ser bastante mierda.
Pero me gustan, porque son intensas, porque huelen bien, y porque también muchas veces llevan tacones. Sobre todo porque son intensas y te leen la mente y en vez de salir de allí pitando, te quedas a ver qué pasa.
Y al final, acabas sufriendo, porque tienes esa imagen idealizada y es casi como respirar. Si no te aburres y te marchitas.
Es mi opinión/experiencia, vamos.
Sé que me sacas unos años, y como dice mi abuela, más sabe el diablo por viejo que por diablo…
También me dice “tú hijo, con todas”. Gracias abuela.