Ah, joder, vale.
Escucho las alarmas previas a un bombardeo táctico nuclear sobre población civil que hice que me implantaran en el cerebro aquella vez.
Estas alarmas, las accionan una serie de estímulos, que cada vez se dan más, situaciones que se repiten curiosamente de noche, curiosamente con un denominador común, curiosamente siento curiosidad.
Un científico loco coge una probeta de pyrex y mezcla en ella los ingredientes necesarios para personalizar una única bala que no puede matar a nadie excepto a tí. Repite la operación varias veces, y arma con esta temible amenaza a personas con un único objetivo en sus vidas: acabar con la tuya.
Conocen tus puntos débiles, sus lobotomizados sistemas nerviosos lanzan impulsos que actúan con precisión meridiana sobre tu incapacidad. De todas formas, piensas. Tampoco era tan complicado, piensas.
Pero bueno, ¿qué dijimos sobre pensar, jovencito? Que nada de pensar. Que luego hay mucho, mucho más que pensar.
En fin, estando en situación de Def Con Uno, por un momento, y desobedeciendo como un niño malcriado, piensas, y te despejas.
Y notas algo. No mucho al principio, pero después se hace más notable. Así que vas al espejo del baño, y enfocas tu vista sobre él. Ahá. En efecto es lo que pensabas. Un brazo cubierto con lo que parece ser la manga de una bata blanca, coronado por una mano provista de un guante de latex te sale de la base del cráneo.
La mano empuña una probeta de cristal pyrex llena de los ingredientes necesarios para personalizar una única bala que no puede matar a nadie excepto a tí. Y sin mediar palabra, y antes de que puedas reaccionar, te lo estampa en la cara desgarrando tus ojos, mejillas y labios y saturándolos con la temible amenaza, que tiene un único objetivo: acabar con tu vida.
¿Qué te había dicho sobre lo de pensar?
Ya conoces el procedimiento cuando empiezas a notar ese cosquilleo en el cerebro:
1.- Bajar al super más cercano
2.- Buscar botella Brugal
3.- Coger botella
4.- Pagar botella
5.- Subir a casa
6.- Vaciarla
Sí, madre. Enseguida, madre.