Sufre sabiendo que tu dolor caerá pronto en el olvido de los que te rodean, y envidiales por ello. Llora sabiendo que hubo tiempos mejores y que los que puedan venir no son más que una posibilidad entre millones. O no. Pero no lo sabes. Y piensas en ello.
Da tu mejor cara enjuagandote las lágrimas y ocultando cosas de manera determinada porque no viene a cuento y porque ya está bien de pasarlo mal. Nadie es culpable de lo que escapa a su campo de acción. Maldita la gracia de tener que sufir entonces, en nuestra propia carne, el dolor que un fallo relativo a estas cosas. Un fallo mortal. Maldita la gracia de olvidar enseguida lo bueno para degustar el dolor más puro.
Te arrancan parte de lo que eres, porque toca. Y por nada más. Es complicado… ***NO ME INTERRUMPAS***… de entender, y de sobrellevar. Y te gustaría gritar y expulsar la rabia que puedas tener acumulada en forma de violencia contra cualquier objeto inanimado que quede a tu alcance, y contra las jodidas creencias de los hombres. Porque no te son de ayuda nunca, y menos ahora.
Una botella. Y vamos a olvidar por un momento que la rutina no te va a esperar aunque seas un despojo en proceso de rehabilitación. Corre, puto mundo contemporáneo. Gracias por no dejarnos caer.
¿Como se lucha ante la gravedad?
Ante la fuerza de tu cuerpo que se desvanece a ras del mundo
Y piensas en ello.
Me gusto (mucho) este blog. Un saludo