Una de esas sabrosas cervezas tostadas que, tomada a deshoras, te alegra la tarde. Esa maravilla jodida porque tengo la nariz congestionada por una masa mucosa de una densidad fantástica, no hay dios que la mueva de ahí. Tengo tabaco hindú y mareo etílico. Me gusta la terraza de tu casa.

Tengo un blog que uso a modo de arma arrojadiza. Me siento culpable. Giro el flexo y todo cambia. Unos acordes y todo cambia.
Nada, que no hay manera, no puedo respirar bien. Joder. El aire acondicionado debería morir en la horca. Juego con una navaja sobre mi muñeca, y me rio de los gilipollas que se pintan rayas discontínuas sobre la muñeca con una tijerita en un extremo. Sois demasiado artificiales para rajaros por un motivo distinto a llamar la atención.

Abro una maleta y me salta a la cara una botella de ron. Deja de perseguirme ya cojones, hasta el fin de semana dijimos que no. No se qué Miyake. Descongestivo nasal. ¿ Se puede desarrollar dependencia a un descongestivo nasal ? Un plano de metro con estaciones redondeadas. Un mapa del mundo lleno de chinchetas. Una promesa en una ciudad que no es la tuya. EL scroll del portátil tocando los cojones.

Sudores fríos de noche, y calientes de día. Tengo sed y necesito ir al servicio, por favor. Situaciones violentas. Pide que todo acabe envuelto en una bola de fuego. Música atmosférica que se sube por las paredes de mi cráneo, y se refleja como un equalizador analógico en las de mi cuarto. Todo lleno de puta mierda que tendré que recoger tarde o temprano.

Resumir un día es fácil. Lo dificil es aprender de los insignificantes detalles que conforman nuestra experiencia. Tengo sueño y mañana desayunaré café. Doble. El tiempo se me escapa. No puedo tenerte. Ni comprarte. Ni pararte.