Un croissant medio crudo y un cafe fuerte y ardiente nos separan del preludio de lo temido durante este tiempo. Semana y pico de ligera angustia indómita, por mucho que lo intente.
Han sido apenas 12 horas sin captar tu perfume, y ya lloro las penas como puedo, escribiendo en mi Cuaderno, o en internet. Y de nuevo, me doy cuenta de las burradas inconscientes que sería capaz de cometer por la causa. Ya me entiendes. Hasta la última consecuencia.
Tenemos nuestros problemas, y preocupaciones. Y desavenencias. Pero tenemos nuestra capacidad intersubjetiva, ese parcheado del ser humano altamente desarrollado justo en nuestras dos cabezas, y que gracias al pasado que vivimos y la experiencia que obtuvimos de sus miserias, nos permite saber que piensa el otro en cada instante.
Y cada día aprendemos mutuamente, estoy seguro. Y cada día, perdemos más sentido como entes separados, y ganamos la perfeción redefinida por nosotros a cada instante.
Alza…
Alza el vaso fiel.