Me he levantado y ni siquiera he abierto la ventana. He cogido el portátil de cualquier manera y me he vuelto a meter a la cama. Y aquí estoy.
Quizá no salga de aquí hasta las 2 de la tarde. O hasta mañana. Quién sabe. No es como si tuviera que ir dando explicaciones a gente que sólo he visto una vez en mi vida y que quieren responsabilizarme de su su indecisión. Sólo digo que ayer abrí la cortina nada más levantarme de la cama, y hoy he pasado de largo y me he imaginado que fuera el cielo está rojo, o mejor, azul químico y que todo acaba por la tarde.
Aunque no va a ser así.
Y tampoco es que tenga ganas de que acabe, o al menos un interés activo. Simplemente es lo que me he imaginado, y ya está. Como también me imagino que alguien ha robado en mi buzón, o en mi armario de la comida, o me ha echado arsénico en mi tupper con lentejas. No tiene porqué ser cierto, pero nada cambiaría si lo fuera.
– Pero oye como que n-
-Que no cambiaría nada, cojones.
Hacer aquaplanning sobre el día a día es lo que tiene, te da todo un poco igual. Y a la vez no. Pero los días pasan sin pena ni gloria, y ves como otros vuelcan horas y horas de esfuerzo en algo que tu das por sentado y no piensas: “qué listo soy”, piensas “estoy pasando algo por alto”.