Ella se golpea rítmicamente los muslos mientras te mira.
– ¿Jugamos a El Libro? – dice.
– ¿El libro?
– Sí. Es lo que nos queda a los poco agraciados.
Comienza a acercarse y acabáis besándoos en el altillo destinado a almacenar equipo para directos musicales. Al principio la notas torpe, después mejora.
Paráis por un segundo, debes seguir recogiendo tus cosas.
– ¿En serio somos poco agraciados? – dices y se te escapa una risilla.
Ella no contesta, sólo espera a que vuelvas en un rato para besarla.