Mi nombre es Raúl Ramirez.
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Tío, vamos a jugar.
Paso, Raúl.
Venga ya, ¿qué más da? ¿Acaso te preocupa lo que se pueda decir de tí? Ni que puedas llegar a ser algo más que una anécdota en la noche de alguien. Como si el camarero le gasta una broma al ponerle una copa. Nada más.
Vaya, acabas de joderme la noche, gracias.
Venga tío, no es eso lo que pretendo. Simplemente anímate.
Mira, vamos a hacer de esta la noche de las verdades incómodas. Tú sabes quién es ella, y yo también.
Claro.
Voy a ir, y le voy a decir al oído que padezco, que padezco mucho y no precísamente angustia cada vez que la veo. Y ya. Ahí va a acabar todo. No voy a babearle en la oreja, ni a echar un bailoteo cuando no sepa que decir por lo forzado de la situación, ni nada. La miraré justo antes de que me selle la frente con un INSANE en letras rojas mayúsculas y me iré.
Eres el puto amo. Pero y perdona por lo de antes.
No es nada.
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Por más que lo intento no recuerdo quién es él. Sólo sé que sabía mi nombre, y que se acercó a una Mujer en aquel sitio y le soltó eso. Y a ella, le faltó tiempo para cogerle por el hombro mientras este se alejaba y darle la vuelta, quedándose quieta mirándole a los ojos, tímida pero a la vez expectante y excrutante, para finalmente, acabar en una tregua materializada en un abrazo en el que se traspasaron el uno al otro, y un beso que olía a sexo desde donde yo estaba.
Oh, dios. Porqué me resulta tan raro y tan familiar todo esto.
Estoy tirado en el suelo de la habitación, he arrancado en mi caída inevitable desde la cama prácticamente todas las sábanas, y ahora estoy mirando a la penumbra con resignación. Otra noche inolvidable para muchos, supongo.
Para mí otro hueco más a rellenar.
Suena melancólico, pero ¿sabes cuál es el verdadero drama? Haber terminado hoy el último examen, estar emborrachándome solo en casa y no encontrar un puto garito y/o algún plan para que la noche sea algo menos patética.
Te hubiese dado mi teléfono o algo si lo hubiera sabido, pero estaba trabajando y salía tarde.
Una pena. Pero el alcohol entre semana mola bastante, así que avísame la próxima.
Al final acabé en Leioa, ni tan mal.