No sé qué coño le pasa hoy a mi cerebro.
Me siento como en un plano aparte, una dimensión particular. No puedo ser tocado. No puedo tocar.
No se si a veces mi cabeza funciona mal, o demasiado bien. Hoy, de todas formas, no es el día para comprobarlo. No se puede parar. No sin pretender no ser arrastrado por la velocidad del mundo.
El placer se puede comprar pagando con dolor. O eso dice un tipo más simpático que guapo llamado Marc Ros. Un gran tipo, sin duda.