Lleva despierto 5 minutos a medias, dando vueltas entre sábanas empapadas en sudor. Le parecen horas. Al final el móvil vibra y le despierta. No acaba de leer el mensaje, ni lo entiende. Se da la vuelta y cierra de nuevo los ojos, más si cabe.
Le repugna ser uno con las sábanas con su sudor como disolvente. Todas sus siestas son así, alucinógenas y húmedas de incomodidad. Por la noche se repite el ciclo. Ni siquiera cuando duerme, su cerebro le deja cumplir sus sueños. Pesadillas. Sudor. Descansar cuando tienes demasiadas cosas en las que pensar, no es fácil. Él lo sabe.
Puede levantarse, y leer. O ver videos. O masturbarse. Algo. Pero al día siguiente la actividad cotidiana le pasará factura, y vuelta a empezar. Sudando en invierno. Y de buena mañana, resfriándose al entrar el contacto el frío inerte de su habitación, justo la esquina del edificio, con su sudor de mal sueño, enfriándolo.
Lo nota en la ducha, cuando siente sus brazos helados bajo el humeante chorro de agua. No se va, ya está en su interior.
Y dentro de unas horas, será igual.
El problema es que te tapas mucho 😛 Prueba a quitarte la manta, te lo dice alguien que vieve 5 días a la semana en la ciudad del sol.
De lo que deduzco que shehere vive en Murcia
Si dependieramos de tu capacidad de deducción, la vida sería una amalgama de cubatas sin fondo y matasuegras de 2 metros.
Cubatas sin fondo… ummm… chocolatina, quiero.
Como diría yo mismo: con tal de inducir a la acción, no paro de ponerme a hablar.
Y como diría sobre mí: “Se lía a hablar, se lía a hablar y a usar alguna extensión de Firefox con fines torticeros y te convence”. (Ya me he delatado).
Gora Cataluña! Gora Tarragona!