– ¿Qué dice ahí?
Me traduce lo que pone. Lo escribió ella misma, lo enmarcó y colgó de la pared de la habitación.
Después la abrazo, hundo mi cara en su pecho, la huelo, aspiro profundamente con los ojos cerrados, ella me abraza a su vez. Está sentada en la cama y yo de rodillas en el suelo, como si hubiese aparecido en mi vida por arte de magia mientras me lamentaba. Como si se hubiera materializado delante de mis narices sin previo aviso.
Huele tan bien que no quiero que ese abrazo acabe nunca. Me toca la cabeza, peinándome y despeinándome con sus dedos una y otra vez. Me aparto y la miro, y veo sus ojos rasgados mirándome a su vez, y sonríe.