Érase una vez Ciertos Subnormales. Estos Subnormales, adquirieron el poder con mentiras, y después hicieron lo que les salió de la bolsa de los caprichos hasta que la situación se convirtió en algo insostenible.
Dichos Subnormales, que obviamente no se veían a sí mismo como tal, confiaban en que el Resto de Subnormales, que les habían otorgado esa potestad sobre su esfuerzo y sobre su futuro fuera lo bastante Subnormal como para no hacer nada al respecto. Así los atropellos se sucedieron, hasta que el un buen día el Resto de Subnormales tomó las calles para hacer ver a Ciertos Subnormales que ya estaba bien.
De modo que los Subnormales en el poder, temieron por un corto periodo de tiempo que se les acababa el chollo.
Afortunadamente, para su alivio, el Resto de Subnormales pronto alzo la voz para declararse mucho más Subnormales de lo que Ciertos Subnormales pudieron jamás imaginar, perdiendo por completo el objetivo principal de su propuesta y cambiarlo por un cómodo Estado de Subnormalidad Profunda que era mucho más adecuado ya que entre otras ventajas, te eximía de pensar en los problemas reales y te permitía jugar a instaurar la dictadura de Uno Mismo, abucheando a los que no quisieran formar parte de ella.
Ante tal panorama, Ciertos Subnormales respiraron tranquilos y siguieron como si nada, dándose cuenta de que era mucho más cómodo dejar que el Resto de Subnormales hiciera el ridículo y no llegara a mayor consenso que el de seguir siendo Subnormales indefinidamente.
Gandhi está muy bien, pero cuando la mierda te toca de cerca y no hay ningún profeta a la vista, no hay opción a una revuelta pacífica.
No es ni rebajarse a su nivel, ni perder la razón. Es convertir las palabras en hechos y sus risas en llantos.
El Reino del Terror. Estoy trabajando en ello.
Yeh, que el Estado tiene el monopolio del ejercicio de la violencia legítima.
Violencia legítima en régimen de monopolio: ¿y si patentamos la violencia franquiciada? Te dan una hostia en cualquier parte del mundo y te sientes como si te hubieran sacudido en la puerta de tu casa.
Estoy pensando que a esta idea se le puede sacar mucha punta, pero no estoy de humor.
Ande iremos a parar.
Me gusta la idea, así podría sentirme plenamente subnormal incluso estando en el extranjero.
Por cierto perogrullas, dónde te metes?
Yo qué sé tronco, entre el calor, los mosquitos trompeteros y el puto curro que me pudre las arterias estoy hasta los cojones de esta ciudad y no hay ni un maldito theuc a mano. Me cago en la puta vieja de la acera. Estoy más p’allá que p’acá.