_Destructores saltando dados de la mano

Dirección Stansted, encadeno todos los medios de transporte con menos de 5 minutos de espera.Excepto el bus que te deja allí. Bueno. Eso en verdad hace que no tenga que esperar delante de la puerta de emabarque, con lo que doy gracias a Dios un par de veces y subo al avión. Salimos con una puntualidad ridícula, nunca antes en la historia de la aviación un avión había entrado a pista con el tiempo exacto para aprovechar su slot de salida, y sin tener que esperar cola. Maravilloso.

Llego a Bilbao. Estoy de muy buen humor, ceno fruta y melón y jamón, y salgo directamente. Bilbao está lánguido para ser un jueves por la noche, o al menos así está mi barrio. Eso no me hace mucha gracia, pero mis camaradas parecen tener una ruta medio ideada para estas ocasiones, con lo que todo va sobre ruedas hasta las 2. Informo que la nueva moda es beber vodka a través de los lacrimales, y bebemos verdes y ron. Los bares están completamente vacíos, la gente se ha movido a 2 metros de la puerta. No se puede pasar por la acera. Smokers business. El nuevo índice del Ibex 35. Yeah.

Hago recados el viernes por la mañana, de resaca. El sol me jode vivo, no he traído gafas de sol porque iba a llover, pero Bilbao se alegra de verme o algo parecido, y me sonríe reventándome las retinas.

Odio a todos los funcionarios públicos y a los médicos que no son cariñosos.

Viajo a Vitoria de visita y hago una tortilla de patatas que hace llorar a El Maligno. Nos reímos durante horas de forma insana, pero debo irme. Me hago cargo que es posible que no encadene más de 5 horas de sueño seguidas el tiempo que pase en Bilbao. Pero me da igual. Le doy a Ataraxia 2 discos, uno de los cuales probablemente sea el único ejemplar en toda la península ibérica, y suerte. Mucha, mucha suerte y cariño. Aunque nos amenazan e insultan al irnos, pero esas cosas nunca las hemos tenido en cuenta. Es por nuestro bien.

Investidura de ingenieros. Siento vergüenza de uno de los discursos principales. Es como si un niño se pusiera a hablar de capitalismo. Oigo Ford T. Oigo cadena de producción General Motors. Oigo JIT Toyota. Oigo “democracia tecnológica”. No oigo “nuestro modelo económico se sustenta en la esclavitud de miles de millones de personas”. Bien, puedo ser yo igual de demágogo, pero al menos soy consiente de que para que yo tenga internet en el móvil (que de hecho, no lo tengo) alguien en la India ha tenido que respirar gases tóxicos para reciclar silicio de una placa base usada.

Se me pasa la vergüenza cuando estoy a punto de llorar en el homenaje a un compañero fallecido. Marco el check de “somos absolutamente insignificantes y despreciables” mientras retengo las lágrimas. Hace 3 años ni siquiera hubiera cambiado el gesto de la cara. Me pregunto qué ha cambiado. No lo sé, así que no sigo por ese camino.

Vamos a una sidrería y como de tal modo que parezco un animal. Un animal con traje y corbata. Sí. Soy un puto animal, una bestia. Comiendo pescado, carne roja, verduras crudas. Cambio mi postre por una copa, la camarera se ríe al principio, pero yo no bromeo. No cuando estoy pagando un dineral por la comida. Me invitan a la copa. El día está mejorando por momentos.

Duermo por la tarde antes de salir por primera vez en meses. Levantarse, vestirse, me voy, agur. Camisa, pero esta vez negra. Las dos personas más patéticas que he visto en tiempo me insultan gratuítamente mientras voy al bar convenido. No doy crédito y tardo como 20 metros en reaccionar. Me giro. El gordo repulsivo que ha sido el que ha hablado, ha entrado con su porte ridículo a la charcutería. Su amigo delgado, ríe nervioso al ver que le miro directamente a los ojos.

No merece la pena aunque sabe Dios que me quedaría muy a gusto dándote de ostias con mi cinturón directamente en la cara. Hay que joderse. Ya ni hay respeto ni hay nada. Anda, volved a casa. Gordo, tu vuelve con tu madre viuda, con la que vivirás para siempre. Delgado, tu vuelve con tus padres que siguen preguntándose qué hicieron mal para que fueras tan gilipollas.

Llego al bar. No se puede fumar dentro. Hablamos de puticlubs, policías nacionales borrachos con la reglamentaria persiguiendo a gente por mitad de la calle y de la ley anti tabaco. Entramos y estamos en un bar, así que bebemos. Bebemos como si se lo fueran a prohibir, o como si tuviéramos un hijo en la cárcel. Bebemos. 2 katxis de cubata. 6. 25. Y nos vamos al centro a bares de mierda con copas malas y caras en los que tampoco se puede fumar. No nos gusta ni la música ni la gente. No entiendo porqué vamos pero me da igual. Hablo con una amiga durante todo el camino, una media hora andando. No recuerdo nada de la conversación.

Hay como 15 minutos de cola, entramos al fin. Nada más entrar, uno de mis compinches me mete la lengua hasta la campanilla. Un grupo de chicas bastante jóvenes no dan crédito a lo que está pasando. Para mí no es nada del otro mundo así que me saco un medio y me voy al fondo. Me apoyo en la pared.

Pasan Cosas, la gente fuma dentro a veces incluso. A mí no me apetece que me echen a tomar por culo si me ven, así que no lo hago. Estoy como una cuba, pero he aprendido a seguir bebiendo como si nada pasara. Es como si hubiera un punto a partir del cual no se puede estar más borracho, simplemente bebes y no ocurre nada. Pero me gusta la cerveza y el whisky, así que todo está bien y sonrío.

Y dan las luces. Todo arde en llamas de alcohol y desastre, los enamorados se ven las caras y se odian, los cristales se clavan en las suelas de las zapatillas, hay tensión.

Vamos. A comprar un bocadillo, tengo hambre. No soporto a los listos que intentan reirse de tí por parecer más jóven o más bueno de lo que en realidad eres, objetivamente. La vida me ha enseñado que no hace falta llegar a las manos para callar las bocas de estos imbéciles. A veces basta levantarte de la silla para hacer ver a los que te están amenazando que no tienes problema en acabar a puñetazos para discutir la situación desde otro enfoque. Otras eres tú el que tiene que advertir que a la siguiente le vas a partir la cara a alguien para que se calmen los ánimos. Ambas igual de válidas, el truco está en saber con qué tipo de imbéciles se puede hacer para no acabar muerto en una cuneta.

Y llego a casa. Sujeto la puerta mientras los amigos de un vecino lo meten arrastras. No sé si tendrán más de 17 años. Me quedo hablando con sus amigas. Le han traído desde la costa, a una hora y media o 2 de camino. Son buenos amigos. Se partirían las caras por él, supongo. Y al revés. Se avergonzó al verme, pero creeme, chaval: no tienes nada de lo que avergonzarte. Y menos de que yo te vea así.

Descansa la mierda que llevas. Yo me vuelvo a Londres, pero me queda un sabor en la boca a sarro, alcohol y carne roja que me fascina.Volveré de traje, porque tirarse el pisto en un aeropuerto es fascinante. Tráteme de usted o dejaré de lado mi diplomacia para ponerme violento. Que las buenas formas se ganan, no se merecen porque sí.

Y eso es todo.

7 thoughts on “_Destructores saltando dados de la mano

  1. De lo mejor que he podido leer en todo el día. Bastante identificado, lo único que no suelo volar a Londres, creo que no pasó de un tren de cercanías o un autobús.
    Cuantas verdades en estas palabras. Hace unos años por estas fechas creo que acabamos entre vasos con alguna Copa.
    Disfruta.

  2. Excelente crónica.
    Que vivan los jóvenes y los buenos objetivamente. Y si son las dos cosas a la vez mejor.

    Un beso-

  3. Yo no me puedo quejar demasiado de mi vida. Sí, en cambio, de las compañías aéreas. Dudo que vuelva a coger un avión para viajar dentro de un mismo país, por ejemplo.

Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Twitter picture

You are commenting using your Twitter account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.