Ya no sé con certeza si necesito a alguien para que me sujete el pelo mientras vomito. Quizá alguien para que me frote sobre la nuca mientras las últimas arcadas acaban de sacar toda esa mierda de dentro, escupiendo a medias saliva a medias ácido gástrico.
Quizá necesite yo a alguien para sujetarle el pelo mientras vomita. Pensé una vez.
Ahora ni lo uno ni lo otro, supongo.
Uno rápido antes de salir a la carretera y conducir cagándome en Dios a cada metro, sólo por el placer de hacerlo. Y probablemente reviente un par de sillas también.
Puedes sujetarme el pelo mientras mi pecho y estómago convulsionan, ayudado de una silla plegable, justo contra mi cabeza. Y ver como me caigo al suelo con un terrible chasquido de rodillas. Genial.
Al menos sé que mientras vomite, tendré los ojos cerrados, llorando por el poco hueco que quede para ver algo y evitar mancharme los zapatos, y no veré ni miradas, ni no miradas, ni nada de nada. Solo veré mi propia mierda, la mía y la de nadie más.
Y ahí, hace tiempo que no se oye a nadie toser para sacar los tropiezos que se quedan enganchados por la garganta.
Me encanta.
😉
eres bueno…joder que si!