No me gustan
los suelos de azulejo.
Bajo los pies descalzos de alguien desnudo, apremian a la huída
como el polvo que se mete donde no le llaman
y provoca un estornudo.
El ruido que haces descalza, andando
sobre el azulejo,
Es Odioso.
Me hace sentir como si fueses a irte corriendo a cualquier otro sitio
liviana
dejando solo el vaho de las pisadas como un recuerdo
que duele una y otra vez
al mirarlo.
Y por más que lo intento
no puedo evitar escuchar
– y extrañar -, esos pisos de madera
que crujen siempre bajo los mismos pies
y en los mismos sitios,
retumbando
en mi cabeza.