Para creer que nuestras vidas tienen sentido, creemos ciegamente en cosas que no tienen sentido ninguno.
Delegamos en la religión las tareas que nos abruman, y que no podemos afrontar.
Para creer que nuestras vidas tienen sentido, creemos ciegamente en cosas que no tienen sentido ninguno.
Delegamos en la religión las tareas que nos abruman, y que no podemos afrontar.